José Ángel Quintero Weir es un pensador venezolano, indígena añuu de Maracaibo que trabaja con otras nacionalidades de su país promoviendo la defensa de los Derechos Humanos y de la Naturaleza. Escritor, ensayista, traductor y exguerrillero, premio latinoamericano de novela Planeta y caminante de palabra; participa con esta serie de reflexiones que buscan entender a la Venezuela de hoy y los cambios políticos y geográficos de esta época
“Joseito, a tus fiestas sólo invita a aquellos
dispuestos a acompañarte en una lucha.
Los que sólo quieren divertirse
nunca guardan memoria”.
Mi abuelo, un año antes de morir, arreglando
las invitaciones a su velorio.
I. El Estado-nación ha muerto, y no lo matamos nosotros.
* No hay país en América Latina que hoy no se encuentre sacudido por la crisis que plantea su propia definición económico-política, ideológico-cultural, en fin, el desmadre de toda su estructura.
* De nada vale que al frente de sus respectivos gobiernos se encuentren organizaciones, partidos políticos o líderes que se auto-definen como de “derecha” o de “izquierda”, pues, a fin de cuentas, la agonía de muerte de los Estados-nación latinoamericanos no es un problema de administración de la crisis (vía control de la renta), tal como tanto nuestras “derechas” e “izquierdas” han supuesto, sino que se trata de la manifestación de una encrucijada civilizatoria que, para bien o para mal, nos pone en el disparadero de definir y construir un otro camino por fuera y más allá de los discursos de la “guerra fría”.
* Ya se ha dicho2, la nueva etapa de acumulación capitalista supone la liquidación de los Estadosnación dependientes y su transformación en Estados-corporativos3, por lo que su control político-militar no está sujeto a ninguna ideología representativa de la clásica lucha por la transformación social en nuestro continente; de hecho, la acción indiscriminada de organizaciones criminales para limpiar de comunidades los territorios apetecidos por las grandes corporaciones mineras, de agronegocios, de biodiversidad y de agua, no sólo demuestra la pérdida del control de la violencia por parte del Estado, sino que tales organizaciones operan, en toda América Latina, con el apoyo (o beneplácito) de las Fuerzas Armadas “Nacionales”, los Gobiernos y su liderazgo político tradicional, sea éste considerado como de “derecha” o de “izquierda”; por lo que, en su deseo de destrucción de la Amazonia y la Orinoquia es casi imposible definir diferencias entre un Bolsonaro (en Brasil) o un Nicolás Maduro (en Venezuela). Sobran los ejemplos en el pasado reciente y cada vez se hacen más terriblemente evidentes en el presente.
* Así, desde el nacimiento de las Repúblicas criollas luego de la “independencia” del colonialismo español, y su posterior conversión en Estados-nación, especialmente, al final de la II Guerra Mundial,
las relaciones sociales y de poder en todos nuestros países han respondido a:
1.- Quién controla la renta que genera la entrega de los espacios territoriales.
2.- No importa quién se adueñe o explote nuestros territorios, pues, si son los “gringos” es porque quien controla la renta es de “derecha”, pero si se trata de chinos o rusos, es porque quien controla la renta es
la “izquierda”; en todo caso, son los pueblos los que terminan jodidos mucho más allá de lo ideológico.
3.- Jamás se les ha ocurrido pensar a los criollos (de “derecha” o “izquierda”), siempre en lucha por el poder del gobierno del Estado (esto es, de la renta), y lo peor, han llegado a naturalizar en todos “nosotros” (particularmente en los llamados intelectuales del “pensamiento crítico), pero también, justo es decirlo, en el Nosotros de las comunidades indígenas, campesinas, negras y demás pobres de abajo; ese, su pensamiento, que ha terminado por convertirse en una especie de “idolatría del Estado”; por lo que les resulta imposible pensar en una nueva estructura de relaciones sociales y de poder por fuera o más allá de la “revolución burguesa” producida en Europa.
* El hecho es que ha sido el propio proceso capitalista de acumulación quien ha puesto punto final a las viejas consignas de libertad, igualdad y fraternidad, y son otros pueblos, que nada tienen que ver con eso de las ideologías de “derecha” o “izquierda”, las que dotan a la lucha actual de un horizonte propio resumido en otras consignas como: Tierra, Territorio y Dignidad. Son estos pueblos y naciones (indígenas, campesinas, negras), y comunidades pobres periféricas urbanas a las que consideramos como parte del origen de un Nosotros que tiene planteada la necesidad de emerger en medio de una lucha a muerte o por sobrevivir y que, ciertamente, nos obliga a pensarnos como un Nosotros, por fuera o más allá de eso que hasta ahora nos ha mandoteado y que, “derecha” o “izquierda”, llaman Estadosnación, hoy en agonía de muerte decretada por las grandes corporaciones y la nueva etapa de acumulación de capital.
* En otras palabras, no nos corresponde a Nosotros salvar al Estado y sus instituciones, pues, nunca participamos en su creación; por el contrario, siempre hemos sido sus víctimas, ya como músculo esclavo para su acumulación de dinero y hoy, como ocupantes de territorios explotables para beneficio de corporaciones del gran capital y para el beneficio de la renta de los gobiernos (de “derecha” o “izquierda”) que los ostentan. A Nosotros nos corresponde una otra tarea mucho más espectacular y difícil: Recuperar el corazón del Nosotros que, ahora, todos los de abajo somos.
II. La Vuelta del tiempo es del Nosotros.
* Esto que decimos no es un grito apasionado, aunque por su emergencia, así parece resonar en los oídos de muchos intelectuales; pero, de hecho, a esta conclusión hemos arribado luego de nuestro regreso del sur de América y vivir el desmadre delincuencial en la frontera colombo-venezolana, ya sea por la acción de fuerzas irregulares propias, o las enviadas por el gobierno como milicias armadas dirigidas por el Gobernador del Estado, o por la Guardia Nacional y el Ejército que responden a los corruptos generales del alto mando militar .
* Tal fue el debate que sostuvimos con nuestros hermanos wayuu (víctimas y victimarios), luego de lo cual, arribamos a la conclusión de que este tiempo de hambre, desolación y supuesta desesperanza que vivimos, no es otra cosa que el fin del tiempo del dominio de la idea criolla (blanca, capitalista y patriarcal) del mundo y, por tanto, se requiere la emergencia de un Nosotros, más allá de la palabra de quienes hasta hoy se pronuncian, supuestamente, en favor de una justicia para nosotros; eso sí, siempre otorgada por ellos, los que no son, o no se consideran parte del Nosotros sino, políticamente, de su diversidad.
* Hoy, estamos conscientes, que el Nosotros que somos no es exclusivo de los pueblos y comunidades indígenas, pues, sabemos, las flechas de la colonialidad igual han atravesado nuestras carnes y han envenenado nuestra sangre; pero sobre todo, porque sabemos que no podemos solos y que, además, otros pobres se han hecho parte del Nosotros; por tanto, del Nosotros que hablamos y la necesidad de su emergencia lo definimos por nuestra pertenencia a la tierra, al territorio y a la defensa de nuestra dignidad, pues, son estos los principios que en verdad pueden hermanarnos.
* Por otro lado, igual estamos conscientes de que largo ha sido nuestro silencio y que el mismo, en buena parte, contribuyó al proceso de naturalización del pensamiento criollo, blanco, capitalista y patriarcal que se posesionó, incluso, del espíritu de buena parte de nuestra dirigencia, muy a pesar de que en nuestra práctica cotidiana de vida comunitaria, constantemente lo espantamos como quien sacude a un perro que vela nuestra comida; porque, como quiera que sea, igual terminamos prestándonos al pendular juego que nos ha llevado a todos a oscilar entre los aspirantes a dominar la renta que propina la explotación de nuestras tierras, tanto de la “derecha” como de la “izquierda”; los primeros, hablándonos de nuestra miserable condición de representar un pasado muerto; los segundos, diciendo lo mismo, pero agregando la esperanza de que sus programas sociales de distribución de la renta, sólo dependiendo de ellos, lograremos salir algún día de ese fango pasado y muerto.
* En todo caso, estamos conscientes de que no somos dueños de la verdad, pues, nuestros antepasados nos enseñaron que esta sólo existe cuando se trata de una idea compartida por todos. Así, pues, sabemos que al hablar de la emergencia del Nosotros nos referimos a la toma de esta consciencia y no a la conformación de grupos intelectuales, académicos, partidistas, etc.; lo que supone una visión profundamente auto-crítica, esto es, asumirnos como guerreros que no se arrodillan ante nadie pero que jamás aceptarían que alguien se arrodille ante ellos.
* He allí, pues, lo que consideramos es el origen de la emergencia del Nosotros como camino para todos, pues, de lo que se trata es del respeto a la dignidad de cada pueblo o grupo social en el contexto de unas relaciones sociales dictaminadas por la conformación de cada pueblo o grupo social como una mano compartida o dispuesta a compartirse con los otros y esto, como quiera que sea, anula toda supuesta representatividad y exilia el poder del Estado y cualquier ideología que diga representarlo en nombre de Nosotros.
* En todo caso, el tiempo, categoría robada y sometida por la civilización blanca, capitalista y patriarcal para el dominio de todos los pueblos del mundo, hoy está de vuelta en nuestros corazones como lo que siempre ha sido: manifestación del hacer del mundo y expresión territorial de nuestra libertad y nuestras dignidades como pueblos, naciones, comunidades y grupos sociales hasta hoy empobrecidos por la ambición y la codicia.
* Dicho de otra manera, este es nuestro tiempo de vuelta; ahora expresada, no sólo como pueblos movilizados en las calles como lo hicimos en toda América a comienzos de los 90, sino como dueños de un sentipensar y un hacer urgentemente necesario para nuestra reconfiguración autónoma y nuestra autonomía como grupos sociales, comunidades, pueblos y naciones en todo el continente, esto es, como Nosotros.
* En todo caso, ante la desesperanza entregada como dádiva gratuitamente distribuida por los representantes de los gobiernos en manos de la “derecha” o de la “izquierda”, casi como placebo del tiempo pendular al que naturalmente nos pretenden someter, el pueblo pemón en Venezuela, los Nasa en Colombia, los pueblos del Tipnis en Bolivia, los zapatistas en Chiapas, ahora enfrentando a la “izquierda de AMLO”, las mujeres negras de los quilombos en Brasil, los intelectuales que no aceptaron homenajear al narcotráfico en CLACSO4, en fin, los negados a la estatolatria y dispuestos a contribuir a construir otro mundo desde abajo porque, en verdad, ese mundo es posible, les decimos que este es nuestro tiempo para intentarlo, con la advertencia de que, bien puede que sea el último. He allí, pues, el Nosotros al que convocamos y al que, en lo adelante, nos referiremos, porque estamos convencidos de que la esperanza vive y vivirá en cada pueblo y comunidad en lucha. Todas ellas son nuestras invitadas a la fiesta de la lucha por la libertad, el territorio y la dignidad.
1 El presente escrito no lo presento como miembro fundador de Wainjirawa, pues, no todos lo comparten; por tanto, sólo yo soy responsable de lo que aquí se expresa, comprometiéndome, como todo indio verdadero, a concretar conceptual y activamente esta idea del Nosotros como camino para todas nuestras comunidades.
2. Inmanuel Wallerstein lo anuncia en “Impensar las ciencias sociales”; mucho antes lo denunciaron Pablo González Casanova con su idea de “colonialismo interno”; lo que fue seguido por Aníbal Quijano con su noción de “colonialidad del poder y del saber”; otros intelectuales (de “izquierda”), se han ido sumando; algunos de ellos, se definen como miembros del “pensamiento crítico” lo que entienden como una especie de “territorio eminentemente conceptual”, espacio en el que se dedican a crear fórmulas de aprovechamiento de la renta que la estructura económica de dependencia al poder transnacional, genera al poder de los gobiernos de nuestros Estados-nación.
3. De esto igualmente hablamos en un trabajo anterior: “Ejercer la soberanía”.
4. En la última reunión de CLACSO en Buenos Aires, su directiva creyó conveniente ofrecer un homenaje a Ernesto Samper, Ex-presidente de Colombia (acusado de haber sido financiado por el narcotráfico), como expresión del “pensamiento crítico” de la “izquierda” latinoamericana por su papel desde la UNASUR en la “derrota” de la
“derecha” opositora al gobierno de “izquierda” de Nicolás Maduro en Venezuela. Nos informan, que mucho del público asistente abucheó tal acto defendido por los dueños del aparato.