La Dulce Medicina de la Agroecología para el Amargo Monocultivo Fumigado

Por: Fabián Pacheco Rodríguez y Mauricio Alvarez Mora (Costa Rica)

 

La historia se repite gracias a la terca visión del monocultivo fumigado. En diferentes medios, en países tropicales de América Latina, vemos las alertas ante la llegada a nuestro continente del nuevo hongo llamado “Fusarium raza 4”. Esta enfermedad agrícola es tan agresiva que tiene la capacidad de destruir hoy en día grandes plantaciones de banano causando daños económicos cuantiosos para el sector agroexportador.

Para los años de 1950 en Costa Rica una primera raza de fusarium denominada el “Mal de Panamá” debido a que fue detectada por primera vez en este país, causó estragos en aquel entonces sobre las plantaciones de banano. En ese tiempo la variedad utilizada era el banano Gros Michel la cual es muy susceptible al Mal de Panamá. El Gros Michel es por mucho una de las variedades más dulces y exquisitas de banano, lastimosamente desapareció de las cadenas alimentarias transnacionales dado que es una variedad tan susceptible a la enfermedad que en monocultivos no es viable producirla. No es casualidad que es posible producir esta variedad de banano en condiciones agroecológicas; ejemplo de ello es la Asociación de Pequeños Productores de Talamanca (APPTA) del Caribe Sur de Costa Rica, donde se produce de forma agroecológica la exquisita variedad de Gros Michel. APPTA está integrada por unas 600 familias de las cuales 80% son indígenas (https://www.appta.org/index.php/es/). Costa Rica tiene registradas 3298.78 hectáreas de banano orgánico frente a 50000 hectáreas en monocultivo sobre todo concentrado en transnacionales y grandes empresarios nacionales (www.sfe.go.cr.).

El modelo de “desarrollo” agroindustrial que busca producir mercancías agrícolas para los mercados internacionales ha dejado una profunda estela de impactos ambientales, dentro de los cuales podemos citar: la destrucción de bosques tropicales para expandir la frontera agrícola, la contaminación de mantos acuíferos con diversos paquetes de agroquímicos afectando los sistemas de agua potable de comunidades, así como la afectación a ecosistemas acuáticos donde vemos mareas enteras de peces y anfibios muertos por intoxicación aguda, entre otros fenómenos que han sido el típico escenario del enclave de monocultivos piñeros y bananeros en Costa Rica.

La deuda ecológica del modelo agroindustrial del banano se ha acumulado en los últimos 150 años por el despojo de los valles y mejores tierras que habitaron los indígenas que fueron expulsados a las zonas altas con escasa aptitud agrícola; al mismo tiempo establecieron una explotación intensiva y contaminante que también implicó grandes violaciones a las personas trabajadoras: bajos salarios, malos servicios de salud, persecución sindical, contratación de personas indocumentadas. En materia ambiental, la agroindustria del banano es responsable de la esterilidad de miles de personas trabajadoras que a finales de los años setenta sufrieron los efectos de la aplicación de productos como el nemagón o DBCP (DiBromoCloroPropano)

Desafiar la dinámica de la biodiversidad tropical con desiertos verdes de monocultivos y no entender las lecciones del pasado, como fue la del Mal de Panamá, (historia a punto de repetirse con la raza 4 de Fusarium) es un paso más en la dirección equivocada. El monocultivo en nuestras regiones biodiversas solo se puede viabilizar mediante el uso intensivo de sustancias biocidas. Ejemplo de lo anterior y para entender cómo el conocimiento agronómico hoy en día ignora la enorme sabiduría indígena que demuestra que sí es posible vivir y producir alimentos en el planeta sin destruirlo, podemos ver cómo se construyen ecosistemas agrícolas tan diferentes y tan antagonistas en una misma región de Costa Rica.

Frente a los enclaves bananeros adictos al agroquímico y que sustituyeron la dulce variedad del Gros Michel por la pazca variedad del banano Cavendish para poder mantener el monocultivo arrasado frente al Mal de Panamá, hoy en día hay cientos de familias indígenas produciendo banano orgánico Gros Michel sin una gota de agrotóxicos oi fertilizantes sintéticos. Su producción orgánica de banano y muchos otros alimentos dentro del bosque, desafía a los “monocultivos mentales” (como dice Vandana Shiva). Esta producción ecológica familiar se facilita ya que siembran banano dentro del bosque, bajo los árboles de madera, fruta y medicina; al respetar el componente arbóreo se logra un microclima más fresco que evita que las esporas del hongo de la sigatoka (Mycosphaerella fijiensis) germinen agresivamente. También hay que señalar que al existir mayor distancia de siembra entre las plantas de banano, a pesar de su gran susceptibilidad al Mal de Panamá, esta enfermedad no llega a representar daños económicos a las familias que lo producen. La señalada distancia de siembra en el sistema agroecológico, permite establecer un verdadero bosque de alimentos, madera, medicina, etc que permite a las comunidades de Talamanca vivir en un verdadero paraíso de alimentos y marcar un límite a la expansión de la frontera del monocultivo fumigado.

Contraria a la producción de banano Gros Michel orgánico, la visión transnacional, con tal de producir más kilos de bananos por área, eliminan los árboles en su totalidad y esto genera una mayor densidad de plantas de banano por área, así como un microclima que favorece la germinación y dispersión de las esporas del hongo de la sigatoka entre otros problemas. Consecuencia de eliminar todos los árboles buscando maximizar la producción de kg de banano por área se hace necesario rociar cientos de hectáreas completas una vez a la semana con el famoso fungicida Mancoceb, que es el agroquímico más importado en Costa Rica.

El Programa Infantes y Salud Ambiental (ISA) de la Universidad Nacional realizó una investigación desde hace 6 años con niños escolares de 6 a 9 años en el cantón de Talamanca, encontrando significativas concentraciones de sustancias tóxicas como el Mancozeb, en la orina. Se ha podido establecer que los niños tienen más problemas de aprendizaje y son más lentos o inquietos. El estudio incluyó a mujeres embarazadas en Matina, donde las prácticas de fumigación de las compañías bananeras son similares a las de Talamanca, encontrando un alto contenido de manganeso (uno de los componentes del Mancozeb) en el cabello de las mujeres embarazadas que participan en la investigación, lo que hace suponer que también los fetos podrían estar expuestos al tóxico, puesto que este es fácilmente absorbido por la placenta (semanariouniversidad.com).

Otro estudio fue realizado del 2005 al 2008 en una finca agrícola ubicada en Pueblo Nuevo de Guácimo. En la finca y sus alrededores hay cultivos intensivos de banano y piña, y potreros. Se encontraron rastros de plaguicidas en pelo, lavado de los brazos y limpieza bucal de los osos perezosos analizados. Entre los plaguicidas encontrados están: ametrina, clorpirifós, clorotalonil, diazinón, difeconazol, deet, etoprofos y tiabendazol. Todos estos se utilizan en los cultivos de piña y banano. Esa contaminación es producida “probablemente por la ingesta de alimento contaminado y por contacto directo con los plaguicidas”. (Ver completo en http://www.uned.ac.cr/investigacion/documents/Tesis_Margaret_Pinnock.pdf)

El Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (IRET-UNA) ha encontrado el fungicida clorotalonil en un 95% de las muestras tomadas en el polvo de escuelas y casas de habitación en comunidades del Caribe costarricense cercanas a plantaciones de piña y banano (Sáenz M y Sánchez J, 2008).

Lo que a todas luces es evidente para los pobladores más antiguos, la academia transnacionalizada de monocultivos mentales lo niega. A mayor diversidad es mayor la sustentabilidad no solo ecológica sino también económica para quienes viven de los agroecosistemas. La lógica de desiertos mentales desmantela los agroecosistemas, condenando a la dependencia de insumos externos a quienes hacen caso del consejo agronómico a sueldo para producir mercancías agrícolas.

Para ejemplificar lo mencionado retomemos el caso de las bananeras. Hablemos de otras diferencias en prácticas culturales de manejo que decantan en beneficios socio ambientales o, todo lo contrario.

La fertilidad y el suelo de dos sistemas muy diferentes. En los sistemas agroforestales que producen bananas en territorios indígenas se puede apreciar un constante ciclo de nutrientes gracias a las hojas y ramas que el componente arbóreo aporta y esto logra una casi absoluta independencia de insumos externos. Los monocultivos del banano pazco deben comprar todos sus nutrientes en forma de fertilizantes sintéticos para lograr mantener la producción. Por otra parte, el no uso de herbicidas, nematicidas, entre otras sustancias, permite la presencia de una cobertura vegetal que además de aportar materia orgánica al suelo favorece la vida de múltiples organismos macro y microscópicos, mejor dicho, la vida del suelo, que es esencial para mantener el ciclo de los nutrientes y también para mantener en equilibrio a organismos que podrían, en ausencia de un ecosistema diverso, convertirse en plagas verdaderas. Los nemátodos se ven favorecidos en suelos empobrecidos de materia orgánica por diversas razones, empezando porque lo único que les queda por comer son las raíces del cultivo de banano y por la falta de competencia en el ecosistema del suelo con otros organismos que los adversan. Sucede entonces que los ingenieros del monocultivo recurren a vastas aplicaciones de agroquímicos con destacados impactos “colaterales” con contaminación de ecosistemas, aguas, fauna y personas. Frente a esta lógica de devastar la biodiversidad para tener que fumigar e intoxicar resulta que en los suelos llenos de materia orgánica y de otras plantas (denominadas “malezas” por los ingenieros) los nemátodos no representan mayor problema…

A manera de conclusión, se debe de decir que las nuevas amenazas de plagas y enfermedades que arrasan los monocultivos no deben sorprendernos, es un fenómeno biológico que puede esperarse en cualquier sistema agrícola que imponga uniformidad genética en donde reina la biodiversidad. El ejemplo de la producción orgánica dentro de los bosques comestibles del dulce banano orgánico Gros Michel susceptible al Mal de Panamá debería ser el norte a seguir. La agroecología es la dulce medicina frente a las enfermedades que acarrea el monocultivo fumigado.

Fabián Pacheco Rodríguez es Master en Agrobiología ambiental y agricultor ecológico, bloqueverde@gmail.com
Mauricio Alvarez Mora es Geógrafo y Master en Estudios Latinoamericanos, mauricio.alvarez_m@ucr.ac.cr